Tucumán, escapada turística de pocos días
Única, histórica, orgullosa. Esa es Tucumán, cuna de la Independencia argentina. Diversidad paisajística y cultural que sorprenden en su pequeño territorio, que permite en pocos minutos y pocos kilómetros desde la Capital, recorrer la aridez y la imponencia del Valle Calchaquí, la exuberancia de la Yunga, los pueblos coloniales del sur o la majestuosidad del Aconquija. En tres o cuatro días, el podés llevarte en tus valijas experiencias inolvidables de tradición, historia y naturaleza.
Elegir Tucumán, en una escapada de pocos días, es dejarse llevar por un camino único de bellezas naturales, tesoros patrimoniales, sabores típicos y las raíces de la libertad de la patria. Las cortas distancias entre cada punto son una bendición. La misma bendición que la naturaleza le regaló a esta provincia al cubrir su suelo y montañas con el manto cálido y húmedo de la Yunga, agua y niebla que abonan una flora y una fauna privilegiada y enriquecen sus terruños para dar vida a su producción agrícola de avanzada.
Empezamos a conocer la provincia por su ciudad Capital, que muestra una amplia oferta de servicios. A casi dos horas de vuelo desde Buenos Aires y menos de una hora desde Córdoba, el corazón del Norte sorprende por la belleza de su entorno y el encanto de sus calles y edificios históricos, más un circuito gastronómico y de entretenimiento único en la región.
Llegar a San Miguel de Tucumán, es adentrarse en lo más profundo de la historia y la tradición nacional. Forjada por acontecimientos que cambiaron el rumbo del país y trascendieron hacia todo el mundo, la cuna de la Independencia mantiene vivo el espíritu histórico, de la mano de la pujanza de su agroindustria y del esplendor de sus paisajes, bañados de un verde fascinante.
Edificios que reflejan el estilo colonial con el que se caracteriza desde su fundación, numerosas iglesias que marcan la profunda fe con la que vive su gente, parques y espacios verdes que se nutren de la humedad y la bondad de su tierra negra, modernos edificios que contrastan con la historia señorial que albergan a su fuerza productiva moderna, son algunas de las características de esta ciudad que vibra, día a día, como el gran motor del norte argentino.
El tucumano, cruzado por sus orígenes ancestrales, criollos, coloniales, junto a la inmigración europea y de medio oriente, ama a su tierra y se brinda abiertamente para recibir a quienes lo visitan. Sus habitantes son amables, amigueros, orgullosos de su tierra. El café, la plaza, la peatonal, son los ambientes donde el tucumano, ruidosa y alegremente, demuestra su esencia. Se nota con apenas arribar a San Miguel de Tucumán en los bares de la calle 25 de Mayo, en el Barrio Norte, en el Bajo, en el Parque 9 de Julio o en cualquier rincón de esta ciudad.
Más de 30 vuelos semanales desde Buenos Aires, dos frecuencias semanales desde Córdoba e Iguazú, y la posibilidad de conexiones semanales desde Mar del Plata en temporada de verano, ponen al alcance de los visitantes este destino turístico incomparable. En micro o en auto desde cualquier punto del país, se accede a la capital provincial por las rutas nacionales 9 (desde Santiago del Estero por el sureste y desde Salta por el norte) y 38 (desde Catamarca por el sur).
La naturaleza le dio a Tucumán el encanto de sus valles y sus cerros, que en una superficie muy pequeña sorprende por la variedad de ambientes rurales, montañosos o acuíferos, bendecidos por el manto de la Yunga, con su biodiversidad incomparable que la tiñe de un verde impenetrable arrullado por el canto de miles de especies de aves que la habitan.
Un paseo por la historia
Una primera jornada de paseo nos sumerge en la época colonial. San Miguel de Tucumán tiene como ícono turístico y patrimonial su Casa Histórica, que aloja el Museo Nacional de la Independencia. En esta antigua casona colonial, los congresales del siglo XIX declararon la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América, el 9 de julio de 1816. Ubicada a sólo dos cuadras de la plaza principal, la Casa Histórica ofrece a los visitantes una valiosísima muestra de objetos, mobiliario y armamentos de la época, destacándose el Acta de la Independencia y los sillones que ocuparon los próceres de la patria.
Entre sus salas se destaca el recinto donde se celebró la firma de la declaración de Independencia, que se conserva en su estado original y que genera una experiencia incomparable para cualquier argentino, una sala donde se respira historia, patria, orgullo. Otro de sus atractivos es el espectáculo “Luces y sonidos de la Independencia”, una instalación audiovisual que se presenta de jueves a domingos por la noche, mientras que el museo de la Casa Histórica puede visitarse en estos mismos días, por la mañana y por la tarde.
Si se desanda la historia argentina unos años atrás de la Independencia, también se encuentra en Tucumán otro hito que marcó a fuego la conformación de la patria. 1812 es el año; las inmediaciones de la ciudad, el lugar; Manuel Belgrano y el Ejército del Norte, los protagonistas; y la Virgen de la Merced, la hacedora de un milagro que significó la victoria para las tropas nacionales y la adoración permanente de un pueblo creyente y fiel.
Desobedeciendo las órdenes del Cabildo de Buenos Aires, que le exigían al general Belgrano continuar hacia Córdoba la retirada junto a sus exhaustos soldados, el creador de la bandera buscó auxilio y solaz bajo el manto de la Virgen de la Merced, en Tucumán. Ordenando sus pocas tropas y reforzadas por el fervor de los habitantes de la ciudad, decidió esperar allí al ejército realista comandado por Pío Tristán, que lo duplicaba en número y bajaba decidido a llevar los límites de la Corona lo más al sur posible.
La furia de los defensores, la valentía de los soldados al mando de Belgrano y el auxilio de la naturaleza que provocó una fuerte tormenta de viento y tierra, con una inédita manga de langostas ese 24 de septiembre, desorientó a las tropas españolas que fueron arrasadas y debieron retirarse. Este capítulo marcó a fuego el futuro de la patria, porque se pudo defender la frontera norte de la futura Argentina gracias a la valentía de este pueblo bravo y orgulloso. Manuel Belgrano, agradecido, ofrendó a la Virgen de la Merced su bastón de mando y la nombró Generala del Ejército del Norte.
Yerba Buena y San Javier, esplendor natural a minutos del centro
En el último día de recorrido y ya de vuelta en la Capital, el departamento Yerba Buena, a sólo 10 kilómetros hacia el oeste del centro de San Miguel de Tucumán, es un paseo obligado e inolvidable. Dos caras bien diferenciadas marcan el rumbo de esta zona que forma un conglomerado con la Capital: de día, el paisaje, las excursiones, el deporte y la vida al aire libre; y de noche, las mejores propuestas gastronómicas y de entretenimiento de la ciudad.
El clima húmedo y cálido del centro invita a “subir” en las noches por las avenidas Mate de Luna y Aconquija hacia la frescura y la pureza del aire de Yerba Buena, a sus cientos de bares, restaurantes o peñas que disponen sus mesas al aire libre para disfrutar de las comidas típicas de Tucumán o de una amplísima variedad de cocina gourmet. La música no puede faltar en estos lugares, que proponen artistas folklóricos y sonidos modernos en vivo para completar una oferta turística de primer nivel.
Tucumán es considerada la Capital Nacional del Mountain Bike, y Yerba Buena y el Cerro San Javier son sus lugares por excelencia para la práctica de este deporte, junto a otras actividades que requieren un entorno natural único como este, como el trekking, rappel, cabalgatas o parapente. En la cumbre del San Javier y en Loma Bola se encuentran las rampas de despegue para este deporte, que permiten disfrutar de la magnificencia de la Yunga a sólo 25 kilómetros del centro de la ciudad.
Esta zona de San Miguel de Tucumán ofrece además las hermosas vistas del Parque Sierra San Javier y sus senderos para caminatas de distintos niveles de dificultad; el ambiente selvático del parque Percy Hill, donde se avistan cientos de especies de aves y de vegetales autóctonos; y una serie de capillas que componen el circuito religioso de Yerba Buena que culmina con el imponente Cristo Bendicente de San Javier, en la cúspide del cerro, una escultura monumental del artista tucumano Juan Carlos Iramain.
El Sur tucumano – Embalse Escaba
Un segundo día de recorrido por Tucumán nos lleva a poco más de 100 kilómetros hacia el sur de la Capital, donde se encuentra la ciudad de Juan Bautista Alberdi, sobre la ruta nacional 38. Desde allí, a unos 22 kilómetros hacia el oeste, se accede al embalse Escaba, un espejo de agua enclavado entre la imponencia de la sierra de Aconquija y la exuberancia del Pedemonte, con su vegetación incomparable. Con un paredón de 100 metros de altura, la represa alimenta turbinas hidroeléctricas que suministran energía para toda la zona sur de la provincia.
En este maravilloso espejo de agua se realizan diversas actividades deportivas y turísticas, como la pesca de pejerreyes, kayak, trekking por sus diversas quebradas y senderos bañados por la Yunga. Finalmente se pueden disfrutar de distintas cascadas naturales y de un magnífico bosque de arrayanes en el lugar.
En el sur provincial, por ruta nacional 157 y a unos 60 kilómetros de San Miguel de Tucumán, se llega a la ciudad de Simoca, capital nacional del Sulky y sede de la Fiesta Nacional de la Feria. Allí, todos los sábados funciona la tradicional Feria de Simoca que desde hace más de 200 años convoca a cientos de expositores de la zona, que ofrecen al público local y a turistas todo tipo de productos bajo la sombra de sus tradicionales ranchos.
Simoca también es cuna de historia y tradición. Desde hace siglos, quizás desde 1600 en adelante, la plaza del pueblo aloja la vida gaucha, el comercio y las fiestas pueblerinas que se mantienen hasta hoy. Plaza de carretas que realizaban trueque de mercancías provenientes de todos los rincones de la provincia y la región, la procesión de sus imágenes religiosas y hasta carreras cuadreras se desarrollaban habitualmente en este lugar.
Aromas, sabores y sonidos invaden cada sábado este reducto de historia y tradición, donde hay lugar para el comercio de artículos esenciales para la vida actual.
En la Feria de Simoca, quizás heredando esa costumbre criolla del trueque, se consiguen principalmente elementos de uso diario para las faenas agropecuarias y la vida rural. Aperos, monturas, ponchos, botas, artículos de talabartería, conviven con herramientas, utensilios rústicos de cocina, adornos y artículos de uso diario.
La Feria tiene, además, una enorme propuesta de comidas típicas: empanadas, locro, parrillada, tamales, dulces regionales y uno de los platos más deliciosos que ofrece la provincia: El Pastel de Novios, una preparación agridulce propia de esta zona del país. Y para completar la experiencia, estos sábados de fiesta en Simoca cuentan con las actuaciones folklóricas de los artistas del lugar, que le ponen color y sonido a este original y cautivante destino de la provincia de Tucumán.
Más información www.tucumanturismo.gob.ar
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